Otro riesgo laboral: la carga mental en el trabajo

El mercado laboral ha evolucionado hacia un modelo en el que cada vez son más los trabajos que exigen un gran esfuerzo intelectual, lo que propicia la aparición de la denominada carga mental.

Cuando la actividad laboral es fundamentalmente física, hablamos de carga física, pero cada vez cobra mayor protagonismo la carga mental. La carga mental en el trabajo es el esfuerzo intelectual al que se ve obligado el trabajador durante su jornada laboral, es decir, el nivel de actividad mental que le exige el llevar a cabo una determinada función.

La carga mental en el trabajo puede definirse también como la relación que existe entre el esfuerzo mental que exige el desarrollo de determinadas funciones en el trabajo y los propios recursos mentales con los que cuenta el trabajador para poder llevar a cabo esas funciones.

Esos mecanismos mentales son imprescindibles para poder procesar toda la información, razonar, buscar soluciones si lo que se plantea es un problema y tomar decisiones. Esto implica que una misma tarea, en idénticas condiciones, provocará una carga distinta dependiendo de las características de la persona.

El tratamiento de toda la información y el tiempo establecido para llevar a cabo la tarea, son las dos cuestiones que determinan la carga mental. El otro gran condicionante son las propias características del individuo. Esta carga mental, en la actual sociedad digital, se ha convertido en un factor de riesgo en muchas profesiones.

Factores de riesgo

Existen una serie de factores que pueden provocar el aumento de la carga mental y que se deben a circunstancias diferentes. Son esos a los que debemos prestar especial atención.

Por un lado, están los factores relacionados con la propia tarea en sí y el grado de exigencia que implica:

  • La información que recibe el trabajador a través de órdenes directas, documentos, tareas programadas… En algunos casos será la adecuada, pero termina por convertirse en un factor de riesgo cuando es insuficiente o incluso, excesiva.
  • Esa información ha de ser procesada e implicará una cadena de razonamientos de mayor o menor complejidad que exigirán más o menos atención. Es necesario memorizar datos, cifras, realizando, si fuese necesario, operaciones de cálculo y resolución de problemas.
  • La respuesta estará condicionada por el número de alternativas entre las que haya de tomar una decisión.

A esas exigencias de la tarea hay que añadirles el factor tiempo:

  • El tiempo que tiene el trabajador para elaborar la respuesta. Si el ritmo de trabajo es muy rápido el esfuerzo mental es mucho mayor.
  • El tiempo de atención constante. Si es posible o no hacer pausas que permitan descansar la mente o alternar tareas.

Las condiciones del entorno laboral se convierten también en factores de riesgo:

  • La iluminación, el ruido, la ventilación y la climatización pueden condicionar la tarea.
  • La organización del equipo, el ambiente laboral o los conflictos.
  • El grado de responsabilidad que acompañe a ese trabajo (especialmente en sectores como el de la salud o bienestar social).
  • La situación económica de la empresa y del trabajador.

También las condiciones individuales son determinantes:

  • Las aspiraciones profesionales, la autoconfianza y la motivación.
  • La cualificación y el grado de experiencia.
  • La edad y la salud física y mental.

Cada individuo reacciona ante estos factores de manera diferente, la presión que estos ejercen sobre la persona varía dependiendo de las características individuales.

Medidas preventivas frente a la carga mental

Para prevenir la carga mental en el trabajo, podemos adoptar una serie de medidas que influyan tanto en las exigencias del puesto de trabajo y sus condiciones físicas, sociales y de organización, como en las condiciones de la propia persona. El objetivo no solo es reducir el tiempo de ejecución, sino también que desaparezca la tensión que acompaña a la carga mental.

  • Facilitar al trabajador la formación necesaria para llevar a cabo sus funciones.
  • Es imprescindible reorganizar los horarios, añadiendo pausas breves durante toda la jornada.
  • Teniendo en cuenta las capacidades de la persona, debe reducirse o aumentarse la carga de trabajo, calculando su volumen y el tiempo que exigirá.
  • Poner a disposición del trabajador las herramientas necesarias para que pueda manejar esa carga mental.
  • Es necesaria también una distribución equilibrada de las tareas.
  • Adaptar el puesto de trabajo para que sea lo más cómodo y agradable posible.
  • El trabajador debe conocer cuáles son las cotas de rendimiento, qué trabajo queda pendiente y de cuánto tiempo dispone para realizarlo.
  • Revisar los equipos de trabajo y desechar aquellos que no tienen utilidad real alguna.

La carga mental va a depender siempre de las exigencias del puesto en cuestión y de la capacidad del trabajador de dar respuesta a la información que recibe, que a su vez estará condicionada por las características individuales. Es una cuestión básica que se debe tener en cuenta a la hora de planificar y gestionar la Prevención de Riesgos Laborales.

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Fuente: Revista UNIR

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